Libreto Massimo Cacciari & Mauricio Sotelo after texts by Giordano Bruno 
Director musical KAZUSHI ONO
Directores de escena Sommer Ulrickson & Alexander Polzin 
Escenógrafo Alexander Polzin
Iluminador Urs Schönebaum 
Figurinista Andrea Schmidt–Futterer

Estreno mundial en La Monnaie / De Munt Bruselas el 14 de septiembre de  2021

BRUNO–OPERA © 2019

«La vera filosofia è musica, poesia o pittura; la vera pittura è poesia, musica e filosofia; la vera poesia o musica è sapienza divina o pittura»


«La verdadera filosofía es música, poesía o pintura; la verdadera pintura es poesía, música y filosofía;

la verdadera poesía o música es pintura y cierta divina sabiduría»

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Introducción


Para una gran mayoría de los intelectuales europeos, la llama de luz de la hoguera humana, que con el cuerpo de Giordano Bruno prende la iglesia un 17 de febrero de 1600 en la Piazza dei Fiori de Roma, representa nada menos que el inicio de la modernidad. Filippo, Giordano Bruno, dominico perseguido por los domini canes y uno de los filósofos más importantes del renacimiento, ardió en el aire. “En un tan bello fuego y en tan noble lazo / me hace arder la belleza, la honestidad me ata (…). De tal naturaleza es este fuego que ardo sin quemarme”, había escrito el nolano

en sus Eroici Furori.


Bruno versó en sus tratados sobre el arte de la memoria, sobre la magia, pero quizás uno de sus mayores pecados fue la concepción de un universo animado, poblado de infinitos soles. El hombre instruido podría ser capaz de reconstruir en el espejo de la mente la ‘unidad’ de este universo fragmentado, hacerse ‘Uno’ con él y en esta operación hacerse ‘Uno’ con la materia universal y la divinidad.  “Aquel que ve en sí mismo todas las cosas es, a un mismo tiempo, todas las cosas” , escribía nuestro filósofo en su tratado sobre la memoria-mágica, De Imaginum, signorum et idearum compositione. El Hombre Nuevo de Bruno debe estar poseído por un ‘Furor Heroico’ y es aquí donde el mito de Acteón adquiere en la obra bruniana su verdadera dimensión: el filósofo en su búsqueda de la Diana desnuda, que no es otra cosa que la Naturaleza revelada en su misma esencia. El amor bruniano tiene por objeto la divinidad.


Nuestra ópera comienza precisamente con la quema de Giordano Bruno en la hoguera y se va adentrando en el intrincado universo bruniano. Una imponente Aria y la paulatina transformación sonora de la voz de Bruno en ‘voz interior’ envueltos en la llamas de un tejido coral conforman la potente imagen sonora del arranque de nuestra ópera, en cuyo momento central escucharemos la voz de la Diana desnuda, en el encuentro de Giordano con la naturaleza revelada.


En el epílogo regresamos a los ecos de la Nápoles de su infancia y juventud. Resuenan aquí imágenes sonoras transformadas, reminiscencias, tanto de aquellas músicas napolitanas de tradición oral, como de la inusitada música de Carlo Gesualdo (quien pasaba su adolescencia en el Palazzo San Severo, justo en la puerta contigua al convento San Domenico donde habitaba el joven Bruno).


Bruno puede ser hoy considerado el símbolo de una Europa que elige legar al mundo no la devastación, sino el amor por el conocimiento.



Mauricio Sotelo

Berlin, 19 de marzo de 2017